Puchock, mi Perro

«Estaba yo al mediodía en un súper mercado, cuando se me acercó un perro a saludarme, con la mirada vencida de quien conoce la negativa respuesta, pero, que por instinto, se obstina en tratar de llamar la atención, en un último intento por poder comer algo ese día…

Ya había tratado durante un buen rato, de acercarse a otros clientes, unos lo evitaban, otros seguían indiferentes con sus conversaciones y sus teléfonos.

Llegó mi turno y conmovido por la suerte del animalito, noté que no tenía collar y que se trataba de un animal joven, una bola de pelos enredados, sucio y desnutrido.

En un vaso deshechable, le dí agua y un poco de pan…

Me acerqué entonces a los celadores y pregunté si el Perro tenía dueño… les dejé entonces mis números de teléfono por si algún día viene alguien a preguntar por el.

Tomé al animal conmigo, lo llevé a que lo bañaran y le dieran una mejor y mas saludable apariencia , me senté y empecé a preguntarme cómo sería mi vida desde ahora con una nueva responsabilidad; hace varios años no tengo un animal en casa.

La Paciencia… virtud que se hace mas difícil de encontrar cada día, parece que hubiese venido con el Perro. Soporté estoica y humildemente la espera en el salón de toilettage. Y con infantil curiosidad jugaba con mi fantasía tratando de adivinar la nueva cara de Puchock , que así decidí que se llamaría.

Se abrió la puerta y un joven empleado, se acercó con el animal a su lado…

Batiendo la cola, hizo su entrada triunfal y mirándome orgulloso, noté que ya me había aceptado también él a mí! Nos devolvimos a casa, en el trayecto oímos música y creo adivinar que a Puchock le gusta lo que me gusta a mi…

Es cariñoso, es exageradamente cariñoso y yo estoy exageradamente feliz»

Esta es una historia real que le ocurrió la semana pasada a uno de mis dos mejores amigos